Segundo Clarin, velha mídia ainda respira

Los diarios de papel siguen vivos

La difusión de los cables de la diplomacia norteamericana en Internet ha sido, paradójicamente, la demostración del poder de la prensa gráfica, sometida desde hace tiempo a pronósticos mortales por parte de analistas más atentos a la moda que a la realidad profunda de los medios.

Wikileaks, la organización que obtuvo de fuentes anónimas poco más de un cuarto de millón de informes de EE.UU., pactó con cuatro diarios –The New York Times, Le Monde, The Guardian y El País– y una prestigiosa revista alemana, Der Spiegel, la edición de ese material.

Ese hecho es una constatación de que los diarios de papel, calificados como dinosaurios por los fanáticos de la Web, dieron legitimidad y credibilidad a la operación de Wikileaks. Más aún: el fárrago de textos necesitó no sólo de edición sino, en varios casos, de verificación.

El editor de The New York Times dijo que envió al Departamento de Estado material “sensible” para su verificación y que la diplomacia de EE.UU. confirmó su contenido, sugirió algunos cambios o supresiones (sobre todo de nombres de informantes y agentes de inteligencia que quedarían expuestos), pero no intentó bloquear su publicación. El diario informó que en algunos casos aceptó la sugerencias y en otros no.

Es interesante que el periodismo “tradicional” haya intervenido en la ponderación, edición y publicación de todo este material. Es una demostración de que sus protocolos y procedimientos profesionales siguen siendo el mejor parámetro de credibilidad para los lectores.

La paradoja es que la Web deba recurrir al ¿pasado? para que esta filtración gigantesca tuviera la repercusión que está teniendo.

Los diarios de papel siguen vivos.

Luis Nassif

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