Paramilitares colombianos usaron hornos crematorios para desaparecer a víctimas

Dejó de ser un rumor las denuncias sobre los hornos de incineración que instalaron las AUC para desaparecer a sus víctimas, puesto que un ex paramilitar decidió colaborar con la justicia. El ex combatiente narró que ”la idea del horno la dio Doblecero y la materializó Daniel Mejía”.

 

TeleSUR _  Hace: 30 minutos

 

Paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia, movimiento irregular de la ultraderecha colombiana, revelaron que en zonas rurales del corregimiento Juan Frío, de Villa del Rosario y Puerto Santander (norte del departamento de Santander), se construyeron hornos crematorios para incinerar a sus víctimas. 

Iván Laverde Zapata, paramilitar colombiano, confesó ante los fiscales de la Unidad nacional de Justicia y Paz que además de la instalación de hornos crematorios las víctimas fueron arrojadas al río Cauca, en el sur del Departamento de Antioquia, en la época en que el presidente saliente de Colombia, Álvaro Uribe, era el Gobernador de la entidad. 

Por vez primera, un ex paramilitar hace referencia al uso de este tipo de mecanismos, de desaparición forzada, ahora la Fiscalía realiza las investigaciones y espera que otros desmovilizados aporten con más información. 

A finales de la década de los 90, la orden impartida por los comandantes de las AUC fue desaparecer a sus enemigos “de cualquier manera”, esto con tal de no dejar evidencia de sus ejecuciones y evitar que las cifras de homicidios ascendieran, de manera desproporcionada, en las zonas urbanas. 

Otras de la técnicas, para acabar con el llamado enemigo, es desmembrar a las víctimas, tirarlos en fosas comunes, lanzarlos en ríos. 

Investigadores de la Universidad de Antioquia indicaron que la existencia de crematorios -tanto en Norte de Santander y en Antioquia- demuestran que de alguna manera se trata de “industrializar la criminalidad”. 

Los estudiosos señalan que este tipo de criminalidad demanda su carácter sistemático y selectivo, “lo que quiere decir que toda (…) fue planificada, tanto que no se puede perder de vista que los paramilitares tuvieron escuelas en donde preparaban a los combatientes en diversas actividades. Allí los convertían en máquinas de guerra”, aclararon los estudiosos. 

El tema de los hornos, no dejaba de ser un rumor en Medellín, porque a pesar de las denuncias, no se ofrecía información sobre el caso que afirmara o no el hecho. 

Actualmente, un grupo de investigadores le hacen seguimiento al tema, desde hace varios meses. Ya poseen datos concretos que tratan de constatar. 

Confesiones

El sitio Web, Verdad Abierta, tuvo acceso a testimonios del ex paramilitar que colaboró con la justicia y se evidencia la dimensión a la que llegaron los grupos armados. 

Verdad Abierta no reveló la identidad del ex guerrillero, que ha decidido contribuir con la verdad de lo ocurrido en la capital antioqueña y municipios vecinos, en la etapa de penetración y consolidación de los bloques de las AUC. 

“Hay muchos muertos que no se han encontrado porque aquí en Medellín, a las afueras, a una hora, se encontraban unos hornos crematorios. Hubo mucha gente quemada. Yo presencié esos hechos”, confesó el ex paramilitar a investigadores. 

Entre los años 1995 y 1997, los paramilitares secuestraban a las personas, las asesinaban y muchas de ellas fueron arrojadas al río Cauca, señaló el desmovilizado.

“Los cuerpos se abrían, se les echaban piedras y se arrojaban al río. Botando muertos muchos de las AUC cayeron presos”, narró. 

Tras la orden de desaparecer a las víctimas, surgió la idea de construir un horno crematorio, por parte de Mauricio García, alias Doblecero, quien comandaba el Bloque Metro. Mientras que, Daniel Alberto Mejía, alias Danielito, de los bloques Cacique Nutibara, concretó el proyecto. 

“La idea del horno la dio Doblecero y la materializó Daniel Mejía”, afirmó el ex paramilitar. “De la construcción se encargó Daniel Mejía, era de las AUC y de la Oficina de Envigado”, agregó. 

“El horno lo manejaba un señor que le decían ‘funeraria’, creo que se llama Ricardo; dos señores le hacían mantenimiento a las parrillas y a las chimeneas, porque se tapaban con grasa humana”, continuó. 

Entre 10 y 20 personas eran llevada a los hornos en la semana, y se tenía un procedimiento para la acción.: “cuando nosotros llegábamos con las personas, vivas o muertas, tocábamos y nos decían ‘esos insumos llévelos para el fondo’. Llegábamos hasta adentro, los llevábamos en bolsas para que no botaran sangre”. 

Luego que “los desangrábamos, nos preguntaban ¿quién manda eso?. Alías J y Daniel mandaban mucho. Llevaban una carpeta donde anotaban todo. El que anotaba era un señor como de 45 años, bajito, cejón. Nosotros entrábamos y teníamos que esperar las cenizas. El procedimiento duraba como 20 minutos, pero cuando estaba encendido eran como cinco minutos. Luego se las mostrábamos a ‘J’ o a Daniel, y luego las botábamos al río o a donde ellos dijeran”, manifestó. 

La Fiscalía mantiene las esperanzas de que otros ex paramilitares colaboren con los detalles de este  tipo de desaparición forzada.

  

 

 

0 Comentário

Deixe um comentário

O seu endereço de e-mail não será publicado. Campos obrigatórios são marcados com *

Você pode fazer o Jornal GGN ser cada vez melhor.

Apoie e faça parte desta caminhada para que ele se torne um veículo cada vez mais respeitado e forte.

Seja um apoiador